Bum, bum, bum, en las paredes, en las sienes, en el pecho, y pareciera que fuera a explotar. Tic-toc, tic-toc
suena el reloj digital - ¿Y el de cuerda? Le salieron patitas y se fue corriendo.-- ¿Y ahora qué? - se preguntó el cazador.
Ahora a quemarse desde adentro, las figuras surgen como pompas de jabón y no dejan de sumergirse en la ciudad. Clic, clic, clic sonaba el gatillo cuando en realidad quería decir miau. Y así somos todos, disonantes con nuestra naturaleza, inexpertos con la belleza y sofocantes ante la grandeza. No sé qué siga de aquí en adelante, pero del barranco no quedan sino las fosas.
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