Y sigue la vida con toda su vasta carga pasando frente a la ventana, no es que quisiera que fuera de otra forma, ni más faltaba, es bueno tener la libertad para moverte en un espacio en el que nadie te ve, nadie te escucha, nadie te siente, porque todos están inmersos en sus pequeñas e insignificantes rutinas, todas y cada una llenas de problemas tan irreales como conseguir dinero para comer. Y es que mientras los problemas se siguen moviendo allá afuera yo puedo bailar la Flauta Mágica si se me da la gana y nadie se va a inmutar, al fin y al cabo soy yo quien decide apartarse.
No me importa que esta descarga de letras tenga sentido ni que sea medianamente agradable a la lectura ¿acaso a quién debo complacer? Si yo mismo estoy vacío no tengo compromisos ni ataduras de ninguna clase, para qué esforzarme en cumplir un papel que nadie evaluará.
El día a día se ha convertido en una pregunta constante, pero señor lector (Señor voyerista), no le voy a revelar esa pregunta, carajo, que yo tengo derecho a la intimidad, y sí, digame inconsistente, porque para qué querría intimidad si estoy publicando un escrito de mierda, pues bien, soy yo el que pone las reglas, no usted, reglas que puedo meterme culo arriba si me da la gana, pero al fin y al cabo reglas. Como verá, el hilo se ha perdido, habrá que retomarlo.
Hilos, hilos... ¿Dónde dejé el carrete? Abuela, fíjate dónde dejas las cosas, qué vaina con todos ustedes, si me pongo a hacer croché recordaré las pocas técnicas que la viejita pudo enseñarme, y que yo como mal aprendiz intentaba emular... Ahora que lo pienso, todo en mi vida ha sido un hobby: El croché, el óleo, la organeta, la caricatura, la guitarra, la ingeniería... Hobbys mal escogidos, claro está, porque ninguno de ellos ha prosperado, pobres de mis padres que me siguieron todos los caprichos, ha sido un capital mal invertido, todo lo que tiene que ver conmigo es una inversión de alto riesgo.
No tengo nada que realmente me ate, y si alguna vez lo tuve fue una ilusión producto de la música ligera, me podría dejar ir simplemente, pero creo que es demasiado tarde, estoy condenado a ser otro de esos humanos-autómatas que tanto he detestado, que siguen con rigor sus restricciones autoimpuestas, y que irónicamente encuentran placer en eso, tal vez yo lo encuentre, no es mi objetivo.
Nota mental: [Pensá, pensá, pensá, no, más bien hablá, a ver si alguna vez no te quedás callado ni tragás entero, que por eso es que estamos donde estamos, pendejo. Muchas gracias por tu atención, a veces necesito que me escuches maldito bastardo]
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