Frase de la Semana


"Imagine no possessions, I wonder if you can"


Imagine - John Lennon

Aquellas que no vuelven pero siempre están

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Las dos ausencias mayores.

Aprender a vivir con las ausencias, qué cosa tan jodida, repetir el ciclo sin quererlo atrapado en la banda de Möbius, y no escatimar en lágrimas por las cosas dejadas en el camino. Así es como se debe vivir, sin olvidar: Sin olvidarse de vivir, sin olvidarse de morir -de a pocos, pero morir-.

La vida es un 8, a veces un ∞ y ahí si que es jodida,  es decir la mayoría del tiempo, pues nos la pasamos tratando de entender cosas que no existen en realidad, las ausencias por ejemplo ¿quién nos asegura que de verdad existen? Si son 'ausentes' se supone que no están, pero si las sentimos es porque aún siguen ahí, cavando hondo e instalándose parasitariamente.

Cierta vez me encontraba conduciendo por la avenida 33, era de noche y de repente todas las luces del alumbrado público desaparecieron, fue una experiencia fascinante, la carretera salía dibujada por las luces del automóvil y podía imaginar que yo estaba creando el mundo. Así mismo son las ausencias, se crean y destruyen conforme la situación lo amerite, a veces necesitamos un puñado de dolor y ellas están ahí para recordarnos, a veces necesitamos saber que estuvimos vivos en un tiempo remoto y ellas nos dan el soplo de vida que convierte a ese 'yo' de arena, enterrado en el pasado, en una persona independiente, lejana y ausente también.

Uno nunca aprende a vivir con ellas, pero si aprende a matarse lentamente en compañía de ellas. En compañías ausentes.

Reminiscencias

viernes, 5 de noviembre de 2010

(Cuento presentado al XI Concurso del Cuento "Caminos de la Escritura" de la Universidad Eafit)

“Always, no sometimes, think it’s me, but you know I know when it’s a dream”
Strawberry Fields Forever – The Beatles

Me había muerto hacía dos minutos y no sentía la carga de la eternidad, más bien era un hastío atemporal que se extendía por todo mi cuerpo. En lugar de quedarme a ver cómo me lloraban preferí salir a caminar la ciudad, esa ciudad que tanto repudiaba y que sería mi claustro en muerte, como también lo fue en vida, de hecho la vida misma había sido un claustro. Vivir una sola existencia, con una simple identidad, con solamente una escueta personalidad… Era algo tan aberrante, hubiera querido poder ser todas aquellas personas que dentro de mí clamaban por salir, por tomar control del único cuerpo que compartíamos.

La ciudad, llena de lucecitas intermitentes, de grititos atormentados, de lluvias, de promesas rotas y enamorados, esa ciudad era la misma que pasaba a mi lado, mientras yo ponía un pie delante del otro… Estas ciudades de hoy están llenas de universos paralelos, de historias que todos ignoran porque son historias fantasmas, nos hemos convertido en una sociedad fantasma que clama por atención pero no es capaz de levantar la cabeza para mirar al otro. Un paso, dos pasos, tres pasos, gotas de luz me atravesaban el alma, callejones en los que parejas desprevenidas compartían el último momento de la noche, los primeros habitantes nocturnos aparecían tras los resquicios de la Ciudad Señorial que imperaba en el día. Todo era como un circo delirante que me llevaba a los niveles más profundos de la depresión humana, y sin embargo, ahí estaba parado frente a ese espectáculo. De pronto un hombre de mediana edad, calvo y con aspecto cansado se paró a mi lado y me preguntó si me podía acompañar, le dije que no había problema.

Recorrimos un buen tramo sin dirigirnos la palabra, algo en su presencia me daba confianza, como si fuéramos viejos amigos que no necesitan hablar para sentirse comunicados. Entramos a un bar y pedimos un par de cervezas.

- Es usted nuevo por acá ¿cierto? – Me preguntó.
- Sí, supongo. Pero siento como si hubiera vivido toda la vida en medio de estas calles.
- Todos lo hemos hecho, solo que no siempre lo recordamos de la misma manera. Yo también soy nuevo, pero como usted sabe, aquí el tiempo ya no importa.

Asentí y le di un sorbo a mi botella, me quedé mirando hacia afuera, donde la vida continuaba, donde la mía ya no era parte de nadie. De fondo se escuchaba Strawberry Fields Forever y sentí como si todo mi cuerpo cayera de nuevo bajo el efecto de la morfina, el hombre sonrió y me contó que cuando fue joven vivió en Nueva York, donde aprendió a conocer a Lennon, a Janis Joplin y Jimmi Hendrix, también conoció al Rey Lagarto y a Elthon John, todo sucedía en medio de esa ciudad donde el caos reinaba, en un país que tenía la mayoría de sus jóvenes arriesgándose en Vietnam por una guerra que nadie entendía, en medio de una década que discurría entre grandes cambios ideológicos y las más irracionales muestras de la crueldad humana, me contó que había sido un joven con ideales, como la mayoría de su época, que había intentado cambiar el mundo, que… Entonces lo detuve en medio de su euforia. Yo también había sido un joven así.

Me sorprendía el brillo de sus ojos y la emotividad de sus expresiones, a pesar de ser un hombre que rondaba los 50 parecía un niño de 10, con la vida a flor de piel, excepto que esa vida ya no corría por sus venas, ni por las mías, me pareció una lástima que un hombre como él estuviera muerto. Su forma de hablar me hacía sentir más viejo de lo que llegué a ser en vida, aunque en ése momento ni siquiera recordaba qué edad tenía.

Le dije que yo pagaba pero se adelantó y no aceptó mis reclamos. Cuando salimos la lluvia no permitía ver más allá del portón del lugar, nos adentramos en ella, y se sintió como atravesar un cálido velo de terciopelo. Recordé la impresión que me había dado cuando me habló de su juventud y le pregunté cómo había muerto.

- Eso no es importante, ya no lo recuerdo.

Me contó de su familia, que había dejado unos hijos de los que se sentía orgulloso y que esperaba no haber dejado sus vidas truncadas, que su partida no fue algo que hubiera escogido, fue la primera vez que lo sentí nostálgico. Yo por mi parte recordaba vagamente a los míos, mi primer hijo había estado alejado de mí durante mucho tiempo, y siempre me sentí frustrado por esa distancia que se iba acrecentando entre nosotros, no hice nada y ya era muy tarde. De repente él se paró frente a mí y me miró con disgusto, no supe qué lo había ofendido, al instante salió corriendo y aunque intenté alcanzarlo lo perdí en medio de las sombras.

Decidí seguir caminando, no sin sentirme decepcionado. Era un hombre raro, sí, pero su compañía me era agradable y en ese momento inexplicablemente me parecía indispensable. Empecé a recordar mi vida, mi esposa y mis hijos, el éxito profesional, la cúspide de mi existencia, luego la enfermedad, la angustia ante la posibilidad de tener que dejar todo lo que había conseguido y amado, la lucha con la vida ¿o era con la muerte? Ya no lo recuerdo… Todo era un torbellino de sonidos y colores, y reminiscencias de una vida que parecía tan lejana que no sentía que hubiera sido mía. Las luces del día estaban apareciendo.

Las primeras personas empezaban a salir a sus trabajos, la ciudad de Míster Hyde cedía el paso a la de Jekyll, siempre responsable y educada, la que se escandaliza de los horrores cometidos durante la noche, una ciudad pre púber que se sorprende de sus poluciones nocturnas porque no ha logrado conocerse completamente. Mientras observaba a los buenos ciudadanos cumplir sus responsabilidades me dirigí hacia unas bancas al frente de una iglesia, me preguntaba qué habría molestado tanto al hombre que me acompañaba.

Lo encontré sentado en una de las bancas.

- Siéntate. – Me dijo con una sonrisa en la cara.

Yo me sorprendí tanto del cambio de su actitud como de que ahora me tuteara, me quedé parado al frente suyo. Él no cambió su expresión y volvió a señalarme la banca, le pregunte:

- ¿Qué fue lo que pasó hace un momento? ¿Por qué se molestó tanto?
- ¿Todavía no lo entiendes? ¿No te has dado cuenta?
- ¿De qué me está hablando?
- Mírame bien. – Parecía exasperado.

Lo miré y vi de nuevo ese rostro joven y ansioso de vivir que me producía lástima, me avergonzaba el haber vivido una vida como la mía, sin tomar riesgos y sentir al máximo como seguramente lo había hecho él. Yo sí merecía estar muerto, él no. Pero no entendía qué era lo que quería que yo viera.

- Deja de creer que eres otro, deja de sentir lástima por alguien que te ha entregado todo, déjame ir. – Me dijo con una sonrisa serena.

En ese momento recordé. Yo no había vivido en los 60 pero había aprendido a hacerlo gracias a una persona, recordé que yo no había tenido hijos, ni una esposa, ni una enfermedad que me lo había quitado todo, pero sí había conocido a una persona que me enseñó la fortaleza para afrontarla, recordé que no era mi hijo primogénito el que había estado alejado de mí, sino yo de él, y que no era mi hijo. Recordé que el que había muerto no era yo sino mi padre. En ese momento empecé a llorar y él me abrazó.

- Todo está bien, todo va a estar bien. No sabía que me conocías tanto. – Susurró.
- Yo tampoco.
- No entiendo cómo te creíste tu propio engaño.
- Estaba completamente convencido, tenía todos los recuerdos marcados en mí, todas las emociones fijadas… Todo parecía tan real. Es una lástima que nunca te hubiera preguntado por tu vida, siempre me causó curiosidad… Siempre quise saber tanto, preguntarte, confrontar…
- Todavía puedes hacerlo, simplemente pregúntate a ti mismo, estoy seguro que nadie me conoce tanto como tú, sino ¿cómo habrías podido ser yo? Y aún lo eres, siempre lo serás. Yo no soy solo yo, y tú no eres solo tú… Hay una franja estrecha en este mundo, una franja que nos divide a todos, una franja en la percepción del ser, esa franja se puede romper, y nosotros lo hemos hecho.

Lo miré y no supe que decir, así que simplemente sonreí. Entendí entonces que todos estamos viviendo vidas compartidas, que la apreciación del yo es un concepto cercenado e incompleto, que además de los yo que conocemos hay otros tantos conviviendo con nosotros mismos, que nunca estamos solos. También entendí que esta ciudad está en esa eterna búsqueda, por eso está siempre contradiciéndose, y no se me hizo tan aterradora y decepcionante, más bien tierna e inexperta, como un hijo al que ves caminar por primera vez. Me senté en la banca que ahora estaba vacía y esperé que sonaran las campanas para la primera misa del día.

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La habitación de la clínica estaba en penumbra, y yo seguía de pie al lado de mi madre, mirando una camilla con un cuerpo cubierto por una sábana blanca. Yo sabía que el que estaba ahí no era mi padre. Él había quedado sujeto en algún lugar dentro de todos nosotros.

A mi padre.

Una cita es una cita

domingo, 31 de octubre de 2010

(Anotaciones sin sentido en una noche sin sentido)

De camino hacia acá tuve la misma sensación de vacío que le da a uno cuando tiene una cita con alguien desconocido: Bichos en el estómago y sentir que se está en caída libre... Sentía que iba para una cita conmigo mismo, y me asustaba porque soy un completo desconocido.
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Como todo lo que tiene que ver conmigo, ésta cita está resultando ser un fiasco, cada vez me decepciono más pues no soy capaz de sorprenderme a mí mismo, de salir de la rutina, de lo cotidiano y cuando lo intento caigo en los lugares más comunes... No quiero terminar la velada porque aún tengo esperanzas.
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Página 91.
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"Until that morning..." ... mañana, tarde, noche, medio día ¿qué importa?  mientras más pronto llegue, qué importa.
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Crispetas con sabor a humo, a eso me sabían tus besos.
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"Tres patadas significan te amo demasiado como para vivir y acostarme contigo".
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Me tiemblan las manos, la cita se ha prolongado, crónicas marcianas, Ray Bradbury y Álvar Núñez Cabeza de Vaca , la mente nublada, no, no nublada, la mente en humareda completa, no veo lo que estoy escribiendo... Ya no sé, no supe qué hacer ¿y si te beso? ¡Patético! Patéticos esfuerzos mientras el cigarrillo agoniza solitario en el cenicero, qué debil, qué arrogante y pedante me he vuelto, qué incoherencias... Mejor apaga y vámonos ¡No, no quiero! Por tu bien y por el te todas las personas con las que hayas estado... Pat, pat, pat, trip, trip, trip, y para no ser repetitivo: Trip.

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Estar entre tantos muertos me hace sentir extraño, no extraño mal, sino extraño conocido, extraño ya te conozco nene, extraño Smoke on the Water... Como aquella noche, única noche en que nos conocimos desnudos en un pequeño bar desconocido, cuando te hice el amor subiendo hacia mi casa en una vieja construcción olvidada, extraño Roger Waters, o Jimmy Page, ya no recuerdo, en todo caso Smoke on the Water baby.

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"Éste ha sido un día tan largo..." Ah, ahí viene la tembladera de nuevo, mejor suspendo esta descarga de nicotina, heroína, parafina, dopamina y la disfruto completamente.

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"Tal vez Marta era la única que entendía que los días estaban salpicados de pequeñas pulgas negras, insignificantes"

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Raya, rayita, rayuela. Transcribo, suscribo, prescribo. Soy, estoy, me voy. Aquí estoy aunque no me veas... Bajo la lluvia, sobre la lluvia, entre la lluvia, porque la lluvia, para la lluvia, amigo la lluvia, muerte la lluvia, lagrimitas la lluvia, babitas la lluvia, la lluvia la lluvia, tú la lluvia, se mece la lluvia.

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La cita no ha empeorado y ya no va en picada, tampoco va en subida... En fin, Whole Lotta Love, ya me están dando ganas de meterme a la cama con este muchacho de ojos tristes y labios rojos, ¿vamos nene? Claro nene, vamos.

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Acabo de verla en medio de un relámpago, me asusté mucho, no recuerdo quién era ella pero sé que es una premonición.

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"Colorín colorado con su música a otro lado. Sesión de Yoga en el Café Otraparte y Lecturas en voz alta" mierda, ya se me escaparon las palabras (Como si alguna vez las hubiera tenido)... Mejor pago y me voy con esta buena/pésima compañía. Si, yo también te amo nene, somos una nubecita de orines blancos trip, trip, trip. "Should I stay or should I go?"

Vuelve y juega

lunes, 25 de octubre de 2010

Vuelven los mismos miedos, los mismos intrusos, las mismas penumbras. No hay forma de escabullirse porque siempre encuentran la forma de penetrar la más segura de las fortalezas. No existen esos paraísos que pintamos sobre las copas de los Guayacanes, esos que tanto conocía cuando era pequeño, al punto de recitar con precisión cronométrica los días en que florecerían todos y cada uno de los que conocía... No, no existen porque son simples vestigios de los vientos de otoño que todo lo esfuman, que todo lo emborronan...

No siempre fue así, como ya lo he dicho, aunque ya estoy dudando de mi propia versión de mi vida, no estoy seguro de ser el que fui, ni tengo certeza haber sido lo que soy, es por eso que es más fácil no saber lo que seré. Sin embargo siendo lo que soy no puedo evitar querer ser más que cualquier cosa, más que el despojo en que me he convertido, y más de lo que las circunstancias -cada vez más adversas- quieren que yo sea. 

Me rehúso. Y renuncio. Renuncio a esa vida si eso significa germinar en mi otoño.

Amor fraternal

viernes, 15 de octubre de 2010

Sí, soy una mierda como hermano, lo confieso ¿para qué seguir aparentando algo que se cae por su propio peso? Ah ya sé, por mi mamá... ¡Por dios! Si ella supiera lo que realmente pienso, si él supiera lo que realmente pienso, detras de esa sonrisa y esos buenos deseos oculto infinidad de cosas, como siempre, como en todo. Me repugno, soy un ser incapaz de amar, y por eso estoy condenado.

The Dreamer

domingo, 10 de octubre de 2010

Bum, bum, bum, en las paredes, en las sienes, en el pecho, y pareciera que fuera a explotar. Tic-toc, tic-toc
suena el reloj digital - ¿Y el de cuerda? Le salieron patitas y se fue corriendo.-

- ¿Y ahora qué? - se preguntó el cazador.

Ahora a quemarse desde adentro, las figuras surgen como pompas de jabón y no dejan de sumergirse en la ciudad. Clic, clic, clic sonaba el gatillo cuando en realidad quería decir miau. Y así somos todos, disonantes con nuestra naturaleza, inexpertos con la belleza y sofocantes ante la grandeza. No sé qué siga de aquí en adelante, pero del barranco no quedan sino las fosas.

Anacronismos

viernes, 8 de octubre de 2010

Siempre a la búsqueda de un espacio donde encajar, pero no me doy cuenta que estamos en un mundo que es producto de una función del espacio y el tiempo. Tiempo: Ésa variable independiente que condensa un cúmulo sucesivo de hechos a los que llamamos realidad. Siempre olvido esa pequeña parte de la ecuación y todos los cálculos se vienen al traste. ¿De qué sirve buscarse un lugar en este mundo si el tiempo que estás viviendo está perdido?

Esos pequeños anacronismos cotidianos que me recuerdan que no soy dueño de nada, ni de lo que escojo, que soy una copia barata de los errores que cometieron mis ancestros, y que no estoy destinado a redimirlos sino a repetirlos. Porque siempre pensamos que aprendemos de la experiencia, pues sí, aprendemos a caer mejor, sin tanta torpeza, con más elegancia tal vez, pero al fin y al cabo caer.

Estoy seguro que mi estrella no es de estos tiempos, que tal vez no encuentre satisfacción en lo que haga ni en lo que deje de hacer, simplemente porque mi límite espacial esta determinado por asíntotas inexpugnables, cada paso que doy es uno más dentro de una gran función de punto fijo, que me deja siempre en el mismo lugar. Cosas inexplicablemente irónicas como ver una foto, o escuchar una canción pueden regresarme a lugares que no he visitado, recordarme personas que no he conocido, y hacerme sentir sentimientos que no son míos, pero que puedo entender por el simple hecho de vivir una vida que no es la mía, una vida prestada, robada, usurpada.

He nacido con el fin del siglo, tal vez por eso vivo siempre entre grandes ideas contrapuestas, no sé si lo que me hala hacia atrás sea mi historia o mis temores, y lo que me empuja hacia adelante son simplemente ilusiones en un futuro que no existe.

Fragmentos de vidas compartidas, como retazos de un gran edredón, van surgiendo historias en la ciudad, a medida que el camino se hace más largo, angosto, empinado o entrelazado, y todo sucede mientras mi tiempo corre a la inversa. No tengo tiempo, se me agotó al nacer, y cuando creía que lo había recuperado era simplemente porque ya lo había malgastado.

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Cotidianidades

jueves, 7 de octubre de 2010

Y sigue la vida con toda su vasta carga pasando frente a la ventana, no es que quisiera que fuera de otra forma, ni más faltaba, es bueno tener la libertad para moverte en un espacio en el que nadie te ve, nadie te escucha, nadie te siente, porque todos están inmersos en sus pequeñas e insignificantes rutinas, todas y cada una llenas de problemas tan irreales como conseguir dinero para comer. Y es que mientras los problemas se siguen moviendo allá afuera yo puedo bailar la Flauta Mágica si se me da la gana y nadie se va a inmutar, al fin y al cabo soy yo quien decide apartarse.

No me importa que esta descarga de letras tenga sentido ni que sea medianamente agradable a la lectura ¿acaso a quién debo complacer? Si yo mismo estoy vacío no tengo compromisos ni ataduras de ninguna clase, para qué esforzarme en cumplir un papel que nadie evaluará.

El día a día se ha convertido en una pregunta constante, pero señor lector (Señor voyerista), no le voy a revelar esa pregunta, carajo, que yo tengo derecho a la intimidad, y sí, digame inconsistente, porque para qué querría intimidad si estoy publicando un escrito de mierda, pues bien, soy yo el que pone las reglas, no usted, reglas que puedo meterme culo arriba si me da la gana, pero al fin y al cabo reglas. Como verá, el hilo se ha perdido, habrá que retomarlo.

Hilos, hilos... ¿Dónde dejé el carrete? Abuela, fíjate dónde dejas las cosas, qué vaina con todos ustedes, si me pongo a hacer croché recordaré las pocas técnicas que la viejita pudo enseñarme, y que yo como mal aprendiz intentaba emular... Ahora que lo pienso, todo en mi vida ha sido un hobby: El croché, el óleo, la organeta, la caricatura, la guitarra, la ingeniería... Hobbys mal escogidos, claro está, porque ninguno de ellos ha prosperado, pobres de mis padres que me siguieron todos los caprichos, ha sido un capital mal invertido, todo lo que tiene que ver conmigo es una inversión de alto riesgo.

No tengo nada que realmente me ate, y si alguna vez lo tuve fue una ilusión producto de la música ligera, me podría dejar ir simplemente, pero creo que es demasiado tarde, estoy condenado a ser otro de esos humanos-autómatas que tanto he detestado, que siguen con rigor sus restricciones autoimpuestas, y que irónicamente encuentran placer en eso, tal vez yo lo encuentre, no es mi objetivo.

Nota mental: [Pensá, pensá, pensá, no, más bien hablá, a ver si alguna vez no te quedás callado ni tragás entero, que por eso es que estamos donde estamos, pendejo. Muchas gracias por tu atención, a veces necesito que me escuches maldito bastardo]

¿Un, dos, tres por quién?

lunes, 20 de septiembre de 2010

Un, dos, tres por tí, radiecito desesperada,

Si no me levantas hoy, te reventaré mañana.

Te siento sucia y lejana, y ahí, y allí, así... ¿Aquí?

Violeta azul, violeta rojo, violeta desesperado,

¿Cómo esperas que te entienda?

¿Cómo esperas que te ame?

Violeta de mis miedos, violeta ensimismado.

Un, dos, tres por mí, que ya no cuento el cuento,

Lo vivo, lo muero.

Cuentos de ayer, cuentos de mañana, pero nunca de pasado mañana.

Cuentos verdes, marrones y escarlata.

¡Ay radiecito! ¿Qué haremos con esta monotonía?

Tú sintoniza mientras yo...

Pues yo me iré y me volveré tizas,

marrón, hueco, lluvia y tapete,

zapatos colgados, ruidos en la mesa

y murmullos en el baño.

Yo me iré y seré lo que nunca he sido:

 Sombra de tu sombra, herida de la mía.


[No Title for This]

domingo, 29 de agosto de 2010

Ya quisiera yo... Ya quisiera que los años llegaran solos, que pasaran y fueran simplemente conmemoraciones de un título autoimpuesto de vivencias repetidas, pero no, con el título vienen enormes párrafos pesados que me aplastan la moral, signos de puntuación exagerados y una diatriba de inexplicables palabras que evocan los más retorcidos recuerdos, aquellos que no quisiéramos vivir jamás, pero que se reviven en un dejá vù infinito.

A veces la espiral se torna serpiente, cóncava y convexa, sin puntos de inflexión o simplemente discontínua por tramos... Saltando y saltando por terrenos ineludibles, recordando cómo superarlos mejor que en el pasado, lográndolo pobremente o sucumbiéndo en el intento. De la experiencia no se aprende, son patrañas de los viejos para hacerte creer que sus vidas valieron la pena, la experiencia es simplemente la medida de la imbecilidad humana, recoger hechos y anécdotas para simplemente escurrirlas en el pobremente respaldado terreno de la mente humana, o si mucho para plasmarlas en un libro que corroerán las polillas... Todo para repetir siempre la misma historia.

Cómo desearía vivir sin tantas experiencias sobre mi espalda, con la ignorancia sobre la razón de la tierra para girar, sin saber por qué Simón Bolivar liberó a tantos países, o por qué Cristo se inmoló por nosotros. La inocencia, es decir, la estupidéz es sinónimo de felicidad. "Sin dolor no te haces felíz", pero a veces puedes encontrar la felicidad sin saber lo que es.

Debería poder borrar el cassette, volarme de la ciudad, dejar tirada mi carrera, mi familia, mis amigos, fumar mucho, alucinar con Lucy en el Cielo con Diamantes, conocer mucha gente y que nadie me conozca, alegrarme porque me regalen un globo, o llorar porque se me caiga mi helado... Debería poder hacerlo, si la experiencia no me hubiera mostrado que quién lo hace no sobrevive. Los años no te acaban, pero si te dicen cómo hacerlo.

Siete... Suerte, Mala Suerte, Puta Suerte

sábado, 7 de agosto de 2010

¿Con que el siete es el número de la suerte? ¿Siete vidas tienen los gatos? ¿Siete son los pecados capitales? ¿Siete es el número mágico? ¿Siete son los días de la semana, los colores del arco iris, las notas musicales? Siete, siete, siete... SIETE... ¡¡¡SIETE!!!

Pues no, el siete es un número maldito, el número que marca el fin de las eras, el fin de las cosas... Siete vidas y se muere el gato, siete pecados y al infierno te vas, siete y se va la semana, el arco iris se vuelve negro ¿o blanco? ¿gris? ¿monocromático? ¡Já! Qué patético... Siete notas y tu oido no escucha el espectro musical... Vaya número mágico el que escogimos, el número de los límites... ¿Y quién dijo que los necesitábamos?

¡A la mierda con los límites! Que se joda el mundo y sus putos sietes.

Líneas

miércoles, 28 de julio de 2010

Sí, todos son líneas. Yo soy un punto.

Everybody's surrounding me, but anyone can see.

Tiende hacia el infinito y capút, por fuera de los calculos.

Me fuí.

Cicatriz, cicatriz

domingo, 25 de julio de 2010

Nunca me ha gustado mi cuerpo, tengo una colección de cicatrices que me recuerdan siempre distintas épocas de mi vida, generalmente las malas. Justo ayer murió la persona que me hizo la primera de ellas, el cirujano especialista en neonatos que me drenó los pulmones llenos de líquido, tal vez producto de una neumonía como fue lo diagnosticado, o tal vez producto de una tristeza notable ya desde esos pocos meses de vida que siempre me llena de lágrimas al simple encuentro con un obstáculo. Creo más en la segunda teoría, porque siempre he tenido una inclinación irresistible a las lágrimas aún en los momentos más absurdos, probablemente eso me valió el apelativo de "el niño con cara a punto de llorar" que me dieron mis compañeros de preparación para la primera comunión, desde ese día mi rostro entró a la lista de cosas que detesto de mí.

Pero volviendo al tema de las cicatrices, me he dado cuenta que no todas ellas tienen una historia interesante, eso me causa aún más frustración, porque si has de tener cicatrices deberías tener historias fantásticas sobre cada una de ellas, sin embargo la mayoría de ellas se explican con la palabra "biopsia" o "lunar cancerígeno", pero hoy estoy estrenando una cicatriz que creo que cuando termine de formarse me gustará, es la cicatriz del amor perdido, la cicatriz de las personas que conocieron la felicidad, que lucharon por ella, que la vivieron, a todo costo pero lo hicieron... Una cicatriz que aún sangra, y que a veces apuñalo más porque no comprendo por qué está ahí, pero es una cicatriz que tendrá una bonita historia, porque es una que yo mismo construí, y es una cicatriz que más que en mi cuerpo se encuentra en mi alma.

Hoy hace dos años comenzó a formarse esa cicatriz, tal vez ahora sea tiempo de dejarla sanar y reordenar los hechos para poder mostrarla con orgullo, como los niños que fanfarronean sus cicatrices de juegos para demostrar lo valientes que son.

Nunca me ha gustado mi cuerpo, y creo que eso es algo que nunca cambiará, pero hoy mi alma tiene una cicatriz que embellece su faz, porque ahora puedo decir que conocí el amor verdadero, la desilusión y también la muerte. Que se vengan los 20 años porque ya puedo decirle a la vida que pagué el peaje para el siguiente nivel.